Cuenta la leyenda que en un reino lejano (o no tanto...), había un pueblo sometido a las necesidades alimenticias de un dragón feroz que se comía todo lo que se le cruzaba por delante (imagínate, si un humano tiene que consumir entre 2000 y 2500 calorías al día, pues un dragón de 15 metros de largo y 7 toneladas de peso...pues come, y mucho) El caso, es que cuando en el pueblo no quedaron más ovejas, cabras, gallinas y demás bichos de corral, el rey convocó un Referéndum de excepción para ver qué hacían con el dragón... y qué le daban de comer!
El caso es que decidieron, en un ataque de sexismo agudo, entregar a diario una de las chicas casaderas (y por supuesto supervírgenes) del reino. Cuál debería ir a ser devorada saldría por sorteo, como en las mesas electorales.
El caso es que todo fue de maravilla (excepto para las víctimas y sus familias) hasta el día en que le tocó el premio a la hija del rey y claro, éste se puso malo y se compadecía de no poder ver a su hija casada (nada de que fuera feliz o socialmente integrada o de que sintiese realizada...).
Pero fíjate tu lo que son las cosas y lo que hace el poder, el reino y los 15 minutos televisivos de Andy Warhol que cuando la princesa se dirigía afligida (obvio) a ser devorada por el dragón, se cruzó con un apuesto caballero montado en su caballo blanco (también hubiera podido ser negro, pero ya sabes, blanco = pureza, alma limpia, lo positivo, la santidad...etc) que le preguntó qué le pasaba... Cuando el caballero, cuyo nombre no podía ser otro que Jordi (como buen catalán), hubo escuchado toda la historia, decidió en un alarde de valentía y de coraje (y de recalentón al ver a la macizorra de la princess) , salvar a la princesa y matar al dragón (por culpa de personajes como éste, se extinguieron los dragones en el mundo...).
y así fue. Jordi mató al dragón y de la sangre que brotaba, al caer al suelo, brotó de forma espontánea (¡!¡!¡!) una rosa en símbolo del amor entre la princesa y Sant Jordi (¿?¿?¿?).
Obviamente como tu te imaginarás, el príncipe le dio la rosa a la princess, que se puso recontenta y reenamorada, se casaron, fueron felices y comieron anacardos (perdices no, que el dragón había terminado con todas las existencias en la zona, además la princesa a raíz del trauma, se volvió vegetariana y no quiso comer nada que hubiera estado vivo y coleando nunca más). El caso, es que después del esfuerzo que realizó el príncipe (tu sabes lo que es matar a un dragón??) la princesa, cuando el príncipe le dio la rosa, no se le ocurrió más brillante idea que regalarle un incunable que su padre tenía en la biblioteca, para que se relajara un rato. Lo que, personalmente me parece una falta de consideración importante, porque jordi no necesitaba un libro, sino un buen masaje!!
St. George: the truth
miércoles, 23 de abril de 2008
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3 cositas:
Muy buena esta versión de la historia.
la verdad tiene que saberse!!!! ;)
me apunto a tu sant george particular! El tuyo fijo que esta contentísimo con tu versión!
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